*

—Decime, ¿por qué rompiste con Eleonora?
—Qué se yo. ¿Te acordás? Me regalaba flores.
—¿Y?
—Después me escribió unas cartas. Cosas rara. Cuando dos se quieren parece adivinarse el pensamiento. Una tarde de domingo salió a dar vuelta a la cuadra. No sé por qué yo hice lo mismo, pero en dirección contraria y cuando nos encontramos, sin mirarme alargó el brazo y me dio una carta. Tenía una vestido rosa té, y me acuerdo que muchos pájaros cantaban en lo verde.
—¿Qué te decía?
—Cosas tan sencillas. Que esperara… ¿te das cuenta? Que esperara a ser más grande.
—Discreta.
—¡Y qué seriedad, che Enrique! Si vos supieras. Yo estaba allí, contra el fierro de la verja. Anochecía. Ella cantaba… a momentos me miraba de una forma… y yo sentía genas de llorar… y no nos decíamos nada… ¿qué nos íbamos a decir?

El juguete rabioso.
Roberto Arlt.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Dejame tu comentario!