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Cuando ya no hay remedio, desaparece el dolor que se alimentaba de la esperanza de vencerlo. Llorar una desgracia que no podemos evitar es la manera más rápida de traer otra a nuestro lado. Si es imposible salvar lo que la fortuna nos arrebata, la paciencia nos enseña a reírnos de la herida. El hombre robado que sonríe en su desgracia roba algo al ladrón, pero se roba a sí mismo si se deshace en lágrimas inútiles.

Otelo.
William Shakespeare.

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